¿Sabías que hay diferencias entre DSM-IV y DSM-V con respecto a los TEA? Este manual publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, es un estándar tanto en investigación como en el entorno pedagógico o docente. En este artículo te dejaremos claro los cambios más importantes. ¡Te invito a que lo leas!
En el DSM-IV el autismo pertenece a los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD) pero en el DSM-V se ha cambiado por Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) y está dentro de los Trastornos del Neurodesarrollo. El TEA
El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del desarrollo que suele aparecer en los primeros años de vida, presenta deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en múltiples contextos.
Actualmente, el TEA se considera como un conjunto de trastornos que tienen en común un cierto grado de alteración en tres áreas:
– En la interacción social,
– Comunicación,
– Y en patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos y estereotipados.
Todavía se desconocen las causas precisas del autismo, por eso su diagnóstico se realiza por medio de la observación de la persona. Desde la Confederación de Autismo España comentan que “En la actualidad no es posible determinar una causa única que explique la aparición del Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), pero sí la fuerte implicación genética en su origen. La gran variabilidad presente en este tipo de trastornos apunta también a la relevancia que puede tener la interacción entre los distintos genes y diferentes factores ambientales en el desarrollo del TEA, pero por el momento, estos elementos no se encuentran claramente identificados, y aún es necesaria mucha investigación al respecto”
El inicio es anterior a los 3 años. Durante la primera infancia las manifestaciones son más sutiles, resultando más difíciles de definir que las observadas tras los 2 años. El trastorno autista tiene un curso continuo. En niños de edad escolar y en adolescentes son frecuentes los progresos evolutivos en algunas áreas (p. ej., interés creciente por la actividad social). Algunas personas se deterioran comportamentalmente durante la adolescencia, mientras que otros mejoran. Las habilidades lingüísticas y el nivel intelectual general son los factores relacionados más significativamente con el pronóstico a largo plazo.
En el trastorno autista, la naturaleza de la alteración de la interacción social puede modificarse con el paso del tiempo, pudiendo variar en función del nivel de desarrollo de la persona.
En los niños pequeños cabe observar incapacidad para abrazar; indiferencia o aversión hacia las manifestaciones de afecto o de contacto físico; ausencia de contacto ocular, respuestas faciales o sonrisas dirigidas socialmente, e incapacidad para responder a la voz de sus padres. Pueden tratar a los adultos como seres intercambiables o aferrarse mecánicamente a una persona específica.
A lo largo del desarrollo, puede estar más dispuesto a participar pasivamente en la interacción social e incluso interesarse más por dicha interacción. Sin embargo, en dichas circunstancias, tiende a tratar a otras personas de modo desusado (p. ej., esperando que los demás respondan a preguntas ritualizadas de forma específica, teniendo un escaso sentido de los límites de los demás y actuando de manera inadecuada en la interacción social).
En los sujetos de más edad cabe observar un excelente rendimiento en tareas que implican memoria a largo plazo (horarios de trenes, fechas históricas, fórmulas químicas o recuerdo exacto de letras de canciones escuchadas años antes), pero la información en cuestión tiende a repetirse una y otra vez, sea o no sea propia en relación con el contexto social.
Se presenta en niñas con retraso mental. Tiene su inicio antes de los 4 años, habitualmente, durante el primer o segundo año de vida. La pérdida de habilidades se suele mantener y progresar a lo largo de la misma. En la mayor parte de los casos la recuperación es muy limitada, aunque pueden producirse progresos evolutivos muy modestos y observarse algún interés por la interacción social cuando las personas finalizan su infancia o entran en la adolescencia.
Las deficiencias comunicativas y comportamentales suelen permanecer relativamente constantes a lo largo de la vida. Existe un patrón característico de desaceleración del crecimiento craneal, pérdida de habilidades manuales intencionales previamente adquiridas y aparición de una marcha y unos movimientos del tronco mal coordinados.
Los niños presentan una alteración grave y persistente de la interacción social y el desarrollo de patrones del comportamiento, intereses y actividades restrictivas y repetitivos. Se puede producir un deterioro significativo social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo pero no existen retrasos en el: lenguaje, desarrollo cognoscitivo, desarrollo de habilidades de autoayuda propias de la edad del sujeto, comportamiento adaptativo y curiosidad acerca del ambiente durante la infancia.
Este trastorno parece tener un inicio algo posterior al del trastorno autista, o por lo menos es reconocido algo después. En el periodo preescolar se puede comenzar a notar un retraso o torpeza motora. Las deficiencias en la interacción social pueden ponerse de manifiesto en el contexto de la vida escolar. Durante esta época es cuando pueden aparecer o reconocerse como tales los peculiares intereses circunscritos o idiosincrásicos. En la vida adulta, estas personas pueden experimentar problemas relacionados con la empatía y la modulación de la interacción social. Aparentemente, este trastorno sigue un curso continuo y, en la mayor parte de los casos, se prolonga durante toda la vida.
Los niños presentan un desarrollo aparentemente normal y tras los primeros 2 años de vida, experimenta una pérdida clínicamente significativa de habilidades adquiridas anteriormente, por lo menos en dos de las siguientes áreas: lenguaje expresivo o receptivo, habilidades sociales o comportamiento adaptativo, control vesical o intestinal, juego o habilidades motoras.
Se caracteriza por una marcada regresión en múltiples áreas de actividad tras un período de por lo menos 2 años de desarrollo aparentemente normal. Suele asociarse a retraso mental. La pérdida de habilidades alcanza un cierto nivel tras el que puede producirse alguna mejoría limitada, aunque rara vez es importante. Este trastorno experimenta un curso continuo. Las deficiencias sociales, comunicativas y comportamentales permanecen relativamente constantes a lo largo de la vida.
Cuando los síntomas clínicos son demasiado distintos para ser incluidos en alguno de los otros tipos se emplea la etiqueta diagnóstica de “trastorno generalizado del desarrollo no especificado”. Estas personas se caracterizan por tener un déficit de reciprocidad social, problemas severos de comunicación y la existencia de intereses y actividades peculiares, restringidas y estereotipadas.
Esta categoría debe utilizarse cuando existe una alteración grave y generalizada del desarrollo de la interacción social recíproca o de las habilidades de comunicación no verbal, o cuando hay comportamientos, intereses y actividades estereotipadas, pero no se cumplen los criterios de un trastorno generalizado del desarrollo específico, esquizofrenia, trastorno esquizotípico de la personalidad o trastorno de la personalidad por evitación.
El DSM-V ha incorporado cambios respecto a TEA y está dentro de los Trastornos del Neurodesarrollo. En la quinta edición solo existen dos categorías de síntomas:
Manifestado por lo siguiente (los ejemplos son ilustrativos pero no exhaustivos):
1. Las deficiencias en la reciprocidad socioemocional, varían, por ejemplo, desde un acercamiento social anormal y fracaso de la conversación normal en ambos sentidos pasando por la disminución en intereses, emociones o afectos compartidos hasta el fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
2.Las deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social, varían, por ejemplo, desde una comunicación verbal y no verbal poco integrada pasando por anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o deficiencias de la comprensión y el uso de gestos, hasta una falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
3.Las deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones, varían, por ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales pasando por dificultades para compartir juegos imaginativos o para hacer amigos, hasta la ausencia de interés por otras personas.
Especificar la gravedad actual: La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de comportamiento restringidos y repetitivos (Tabla 2).
Que se manifiestan en dos o más de los siguientes puntos (los ejemplos son ilustrativos pero no exhaustivos):
1.Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados o repetitivos (p. ej., estereotipias motoras simples, alineación de los juguetes o cambio de lugar de los objetos, ecolalia).
2.Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad de rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal (p. ej., gran angustia frente a cambios pequeños, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo, necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día).
3.Intereses muy restringidos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad o foco de interés (p. ej., fuerte apego o preocupación por objetos inusuales, intereses excesivamente perseverantes).
4.Hiper- o hiporeactividad a los estímulos sensoriales o interés inhabitual por aspectos sensoriales del entorno (p. ej., indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicos, olfateo o palpación excesiva de objetos, fascinación visual por las luces o el movimiento).
La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de comportamiento restringidos y repetitivos (véase la Tabla 2).
Los síntomas han de estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo (pero pueden no manifestarse totalmente hasta que la demanda social supera las capacidades limitadas, o pueden estar enmascarados por estrategias aprendidas en fases posteriores de la vida).
Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento habitual.
Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual) o por el retraso global del desarrollo. La discapacidad intelectual y el trastorno del espectro del autismo con frecuencia coinciden; para hacer diagnósticos de comorbilidades de un trastorno del espectro del autismo y discapacidad intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para el nivel general de desarrollo.
Para el trastorno del espectro del autismo que está asociado a una afección médica o genética conocida, a un factor ambiental o a otro trastorno del desarrollo neurológico, mental, o del comportamiento, se registrará el trastorno del espectro del autismo asociado a nombre de la afección, trastorno o factor. (p. ej., trastorno del espectro de autismo asociado al síndrome de Rett).
La gravedad se registrará de acuerdo con el grado de ayuda necesaria para cada uno de los dominios psicopatológicos de la Tabla 2 (p. ej., “necesita apoyo muy notable para deficiencias en la comunicación social y apoyo notable para comportamientos restringidos y repetitivos”). A continuación, se debe especificar “con deterioro intelectual acompañante” o “sin deterioro intelectual acompañante”. Después se hará constar la especificación del deterioro del lenguaje. Si existe un deterioro del lenguaje acompañante, se registrará el grado actual de funcionamiento verbal (p. ej., “con deterioro del lenguaje acompañante-habla no inteligible” o “con deterioro del lenguaje acompañante-habla con frases”). Si existe catatonía, se registrará por separado “catatonía asociada a trastorno del espectro del autismo.”
Aquí os dejamos las especificaciones del TEA según el DSM-IV y el DSM-V. Para que cada persona las conozca.
Cada persona es un mundo y hay que tener en cuenta sus características. Debemos esforzarnos por no caer en la trampa de dejar que la etiqueta explique completamente a la persona. Este sistema de clasificación es tan solo una ayuda que permite apoyarse en una serie de conceptos para comprender mejor esta condición, pero no agota todas las explicaciones posibles sobre lo que está experimentando cada persona ni lo que ésta necesita. No es algo cerrado, sino orientativo. ¡Hay que abordar la situación con la mente abierta! En NEENÚFAR, buscamos la forma de ayudar a los niños con TEA a desarrollar sus habilidades con cuentos adaptados a ellos… ¿Quieres descubrirlos? ¡Pincha aquí!
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